Explosión de primavera
No es una bomba sino una explosión de colores lo que inunda Beijing durante las últimas semanas. Y la gente de aquí sabe lo que es disfrutar de la naturaleza, quizás porque en una ciudad de cemento tan monumental como ésta, cualquier árbol en flor o pequeña plantita con flores merece una foto. Afortunadamente y a pesar del cemento, Beijing tiene unos cuantos pulmones verdes: la Colina Perfumada, el Palacio de Verano, Yuanming Yuan, la Colina del Carbón, el Templo del Cielo... En estos días, especialmente el fin de semana, se llenan de gente ansiosa por posar al lado de las flores, de los árboles verdes, del césped. No recuerdo haber visto algo parecido en España. Los chinos, conscientes de su gran número, se conforman con mirar y alabar los colores, formas y texturas de las flores. Nadie arranca ninguna. Me encanta sentarme y ver gente de todas las edades adoptar una actitud que para los occidentales podría parecer hasta infantil, pero que para mí es un regalo. Me encanta ver esas caras risueñas y asombradas. No se parecen en nada a las caras que encuentro cada día en el autobús, y que van y vuelven del trabajo. Esas caras son tristes, ausentes...
En Beijing la primavera es corta, pero se convierte en un espectáculo sólo superado por el cambio de tonalidad de las hojas en otoño. Pero eso ya lo explicaremos cuando llegue el tiempo.
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